domingo, 1 de agosto de 2010

Plaza Pública: Contra amenazas, solidaridad activa

Miguel Ángel Granados Chapa
El oficio periodístico está muy infectado de gérmenes que impiden la vertebración de sus practicantes. Intentos valiosos los hay, pero no una agrupación con dimensiones suficientes para expresar los valores y los intereses del gremio

Por fortuna, el grave episodio terminó con bien respecto de los secuestrados, pero infirió daños a la libertad de información que no pueden quedarse en la anécdota. Si lo acontecido esta semana en el terreno de la comunicación pública no trasciende, si no pone a los periodistas y a sus empresas e instituciones en el camino de la solidaridad activa, quedará allanado el camino para la ruina de un oficio, una actividad, una misión necesaria para la convivencia democrática.

El secuestro de cuatro trabajadores de los medios en Gómez Palacio, Durango, el lunes 26 de julio concluyó con la puesta en libertad de dos de ellos por decisión de sus captores, y con el rescate de los dos restantes por la Policía Federal en la madrugada del sábado. Ayer mismo, el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, describió confusamente la circunstancia de la liberación de los camarógrafos laguneros Jaime Canales, de Multimedios (Milenio) y Alejandro Hernández, de Televisa. Ellos mismos estuvieron presentes en la rueda de prensa cuyo protagonista fue el funcionario (que estuvo flanqueado por tres de sus colaboradores cercanos) y aportaron alguna información, insuficiente por la propia condición en que se hallaban, para tener una imagen cabal de lo sucedido. El dato sobresaliente del momento de su rescate fue que los secuestradores pudieron huir.

Previamente, el jueves había sido dejado libre Héctor Gordoa, reportero de Televisa, enviado desde la Ciudad de México para informar sobre la protesta de presos de la cárcel de Gómez Palacio y sus familiares, por la destitución de la directora de ese penal, acusada de permitir que comandos asesinos, compuestos por reos bajo su custodia, salieran a cumplir misiones homicidas en Torreón. Previamente había sido liberado, horas después de su secuestro, el martes 28, el reportero Óscar Solís, del diario local El Vespertino. Quizá se lo llevaron por error y por eso lo dejaron ir pronto, ya que los captores concentraron su presión sobre las dos empresas televisoras a cuyo personal retuvieron.

Esas empresas han manejado discretamente los términos de lo solicitado por los secuestradores, y eligieron guardar silencio sobre la captura misma, y demandaron la misma actitud del resto de los medios. Plantearon de esa manera un dilema ético de gran envergadura. Si los medios de comunicación acceden, en función del alto valor de la vida de su personal, a cumplir las exigencias de los delincuentes, son ellos mismos, y no sólo sus integrantes privados de la libertad, los que se convierten en rehenes de la ilegítima presión.

Milenio televisión accedió a transmitir, la mañana del miércoles 28, tres videos cuya difusión fue requerida por los secuestradores. Son denuncias que forman parte de la guerra entre bandas. No queda registro de que Televisa hubiera cedido y adoptado una conducta semejante. El programa Punto de partida, que se transmite los jueves cerca de la medianoche, fue suspendido esta vez, más como un modo de protestar contra los delincuentes que esa tarde habían dejado libre al reportero Héctor Gordoa, que forma parte del equipo que realiza esa serie dotada de gran vigor periodístico, y encabezado por Denise Maerker.

Fue un momento dramático, quizá el de mayor gravedad que haya tenido esa televisora, el que vivió Denise Maerker al anunciar que "condiciones extraordinarias han impedido que el equipo de Punto de partida integre y emita el programa de esta noche". Al concluir su aviso, la pantalla del Canal 2, el de mayor alcance en los medios electrónicos, se oscureció y en esa condición permaneció durante los 60 minutos posteriores. Diciendo sin decir, acaso por las presiones a que su empresa estaba sujeta, la conductora explicó que "en Televisa, en Punto de partida, no estamos dispuestos a fingir que no está pasando nada. Sí está pasando. Todos los periodistas de este medio y de todos los otros corren enormes peligros para cumplir con su tarea, y la sociedad de sumirse en el silencio y la desinformación".

Dijo también que "el secuestro de nuestros compañeros y colegas representa de manera más amplia el secuestro de todo el periodismo. El riesgo es que en el futuro muchos otros medios se encuentren en esta misma y delicada situación". Y por lo que toca a su caso en particular agregó: "emitir un programa en estas circunstancias resulta imposible y un riesgo no sólo para quienes permanecen retenidos sino también para todos aquellos que nos dedicamos al ejercicio periodístico".

Dos horas antes, ese mismo jueves en Milenio Televisión, Ciro Gómez Leyva había delegado la conducción del noticiario principal, a causa del mismo impedimento. Apuntó una de las limitaciones impuestas por los captores de Javier Canales, su camarógrafo en La Laguna: al referirse a la libertad del reportero Gordoa, explicó que "no podíamos dar la noticia, salir, gritar que estaba libre. Había que esperar a que otro medio lo hiciera. Hay notas que uno no puede dar. Lo hicieron, y muy bien, el Diario de Juárez y Reforma".

Ese mecanismo, la publicación en otros espacios de la información que los medios afectados están impedidos de ofrecer, ha de ser una de las salidas a los riesgos que hace ya tiempo se abaten sobre el periodismo. Es preciso recordar un ejemplo que, si bien en muy otras circunstancias, permitió eludir una presión silenciadora. El junio de 1971 The New York Times inició la publicación de lo que se llamarían "los papeles del Pentágono", una vasta documentación sustraída por Daniel Ellsberg, en que se revelaban las simulaciones y los montajes del gobierno de Nixon para atacar a Vietnam del Norte como si respondiera a una agresión. El diario neoyorquino recibió una orden judicial para no seguir publicando esos documentos. Y entonces otros periódicos tomaron la estafeta, y continuaron la presentación de los papeles, hasta que cada uno recibía el mandamiento de censura y lo acataba pero con la certidumbre de que otro medio proseguiría la tarea de difusión.

Una solidaridad semejante, un entendimiento de alcances parecidos entre los medios de información es imprescindible en estas horas de peligro. El oficio periodístico está muy infectado de gérmenes que impiden la vertebración de sus practicantes. Intentos valiosos los hay, pero no una agrupación de periodistas con dimensiones suficientes para expresar los valores y los intereses legítimos del gremio. Priva, al contrario, sobre todo en la Ciudad de México, un ánimo inquinoso, una guerra sucia que va más allá de la legítima competencia. Había antaño una suerte de solidaridad negra, un pacto implícito de complicidad para las trapacerías cometidas en los medios. Se expresaba en la consigna "perro no come carne de perro". Es preciso ir mucho más allá e integrar un cuerpo fornido, resuelto, capaz de oponer resistencias eficaces a las presiones y agresiones de todo género, especialmente las que provienen del crimen organizado. Esta semana, además del episodio central de que estamos hablando, la hostilidad contra los medios se manifestó en una bomba de humo contra el domicilio del director de un diario en Cuernavaca, un artefacto explosivo contra Televisa de Nuevo Laredo y agresiones contra los diarios fronterizos Norte y El Mexicano.

No podemos permanecer impasibles, o solamente indignados o simplemente temerosos. Hemos de trascender el sentimiento elemental de que es preciso acudir en apoyo del que padece una ofensa sólo por el argumento de que podríamos estar en su lugar. Aunque estemos o nos consideremos a salvo, por encima de los riesgos, hemos de vertebrarnos. Entiendo que la organización no gubernamental Artículo 19 (llamada así por el respectivo texto de la declaración de los derechos humanos) ha iniciado un proceso de aproximación en tal sentido. Es una idea oportuna que debe ser atendida.

En sus dramáticas tomas de posición Denise Maerker y Ciro Gómez Leyva reclamaron la intervención de las autoridades para garantizar el ejercicio del oficio periodístico, como debe hacerse ante cualquiera otra actividad. La Policía Federal rescató a dos de las víctimas del lunes, es cierto. Pero falta determinar quién ordenó el secuestro, y detenerlo e impedir que la suerte se reedite. De lo contrario, y aun si se organizan para enfrentar solidarios las amenazas en potencia o en acto que se les asesten, los periodistas tendrán la libertad y aun la vida prestadas.

PF: 'El Chapo' ordenó plagio de periodistas

México, agosto 1.- Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), reveló que una célula del cártel de Sinaloa, que lidera Joaquín El Chapo Guzmán, perpetró el secuestro de cuatro periodistas en Durango, para obligar a los medios de comunicación a difundir mensajes e información relacionada con esa organización, "como parte de una estrategia de propaganda criminal".

Ese era el objetivo del cártel, dijo, al secuestrar el 26 de julio a Óscar Solís, reportero del periódico local El Vespertino; Héctor Gordoa, de Televisa; Javier Canales Fernández, camarógrafo de Multimedios Laguna, y Alejandro Hernández Pacheco, de Televisa Torreón.

Las dos primeras víctimas fueron liberadas por los plagiarios, mientras que Canales Fernández y Hernández Pacheco fueron rescatados ayer en la madrugada, durante un operativo de fuerzas especiales de la Policía Federal, en una casa de seguridad ubicada en la colonia Miguel de la Madrid, en Gómez Palacio, Durango. Los responsables lograron huir.

El funcionario detalló que "la pretensión del grupo criminal era de manera específica transmitir mensajes del crimen organizado para impactar a la comunidad, ocupando en principio a los reporteros para que fueran el conducto para la transmisión de estos mensajes" y de inicio se dieran a conocer tres videograbaciones.

Especialistas en manejo de crisis asesoraron desde el primer momento a los enlaces de los medios de comunicación que estuvieron involucrados en el proceso de negociación con los secuestradores (aunque el titular de Seguridad Pública no hizo mención de Óscar Solís, quien desde el martes pasado quedó libre).

García Luna especificó que las gestiones permitieron que el 29 de julio fuera liberado Héctor Gordoa, pero luego "los secuestradores no cumplieron su promesa en términos de lo que se estaba negociando, lo cual obligó a avanzar en la parte de operación" con un esquema "que privilegió a las víctimas".

Cuando se tuvo la certeza de que Canales Fernández y Hernández Pacheco estaban seguros, los agentes de élite ingresaron a la casa de seguridad donde sólo estaban ambos comunicadores, pues los plagiarios huyeron cuando se dieron cuenta de la presencia de la Policía Federal.

El secretario de Seguridad Pública afirmó que se continuará con las investigaciones pues, basados en el testimonio de los comunicadores rescatados y de labores de inteligencia de la corporación, se sabe que en ese mismo sitio había policías que estaban secuestrados y que al parecer también fueron liberados por los plagiarios.

Fuente: www.eluniversal.com.mx

Volvimos a nacer, afirma Javier Canales Fernández

México, agosto 1.- Golpes, amenazas diarias, el temor de que cada día de cautiverio podría ser el último con vida, marcaron a Javier y Alejandro, secuestrados sólo por el hecho de ser periodistas, de trabajar en medios de comunicación. Durante cinco días estuvieron en poder de narcotraficantes del cártel de Sinaloa, quienes pusieron como precio para su libertad el que sus empresas difundieran los mensajes de la organización criminal.

Plagiados desde el 26 de julio, fueron rescatados ayer por agentes de la Policía Federal, en una casa de seguridad de Gómez Palacio. Al recuperar la libertad decidieron dar a conocer sus rostros, la experiencia vivida en el cautiverio, dejar testimonio del riesgo que hoy enfrentan en México los reporteros, cuando más de 30 de ellos han perdido la vida o han desaparecido en este sexenio en medio de la impunidad.

Alejandro Hernández Pacheco, trabajador de Televisa Torreón, recordó que "todo el día y toda la noche, sicológicamente, nos estaban intimidando. Fue muy difícil y sí nos maltrataron, tenemos aquí algunas huellas (…) Me dieron con una tabla en la cabeza y aquí en el cuerpo".

—¿Hubo momentos en que pensaste que te iban a matar?

—Sí, desde que llegamos, desde que nos subieron a los carros sentimos eso. Veníamos del Cereso de Gómez Palacio hacia el aeropuerto, estábamos en el lado de Gómez Palacio… el camarógrafo de Televisa no llegó al aeropuerto y me enviaron a mí y pues me tocó.

Cuatro sujetos lo secuestraron junto con Héctor Gordoa, enviado de Televisa, quien fue liberado mediante negociaciones el pasado jueves 29 de julio.

El camarógrafo Javier Canales Fernández, de Multimedios Laguna, tiene la certeza de que al ser rescatado con su compañero: "Volvimos a nacer".

De su cautiverio, Canales Fernández relató: "Se pierde la noción del tiempo, no sabía si era de día o de noche, es muy triste, compañeros (…) fue un maltrato sicológico, amenazas, que si la familia y que si no hablas y que si no haces esto aquí mismo te vas a quedar".

Trata de comprender las razones de su secuestro, del por qué el ejercer su oficio fue el motivo de la libertad.

"Soy camarógrafo, como todos ustedes lo hacen, trabajo profesionalmente, nos dedicamos única y exclusivamente a trabajar y es lo que siempre hemos venido haciendo; tengo ya cerca de 30 años, estuve cerca de 10 en Televisa y posteriormente estoy en Multimedios Laguna".

Lo único seguro es que "es una amarga experiencia, que hay que echarla al fondo y a lo más profundo, olvidarse de todo y darle gracias a Dios, a la vida y a todo por la oportunidad de estar aquí", manifestó el periodista.

Fuente: www.eluniversal.com.mx

Federales rescatan a reporteros en Durango

México, agosto 1.- Una célula del cártel de Sinaloa, que lidera Joaquín El Chapo Guzmán, secuestró a los cuatro periodistas en Durango para obligar a los medios de comunicación a que difundieran mensajes e información relacionada con esa organización, "como parte de una estrategia de propaganda criminal".

Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal (SSP), dijo que éste era el objetivo del cártel al secuestrar el 26 de julio pasado a Óscar Solís, reportero del periódico local El Vespertino; Héctor Gordoa, de Televisa; Javier Canales Fernández, camarógrafo de Multimedios Laguna, y Alejandro Hernández Pacheco, de Televisa Torreón.

Los dos primeros fueron liberados por los plagiarios, mientras que Canales Fernández y Hernández Pacheco fueron rescatados ayer en la madrugada durante un operativo de la Policía Federal en una casa de seguridad de la colonia Miguel de la Madrid, en Gómez Palacio, Durango, aunque los responsables lograron huir.

El funcionario afirmó que los expertos en manejo de crisis asesoraron a los enlaces de los medios de comunicación que estuvieron en la negociación con los secuestradores (aunque no hizo mención de Solís, quien desde el martes quedó libre). Las gestiones permitieron que el 29 de julio fuera liberado Gordoa, pero luego se rompieron y se hizo obligado el rescate de los dos periodistas que permanecían en cautiverio. "Los secuestradores no cumplieron su promesa en términos de lo que se estaba negociando, lo cual obligó a avanzar en la parte de operación".

Se aplicó un esquema "que privilegió a las víctimas para que no les hicieran daño" y no fueran blanco de disparos o agresiones por parte de sus captores. Se acordonó el área donde se ubicaba la casa de seguridad para que actuaran las unidades de intervención, dijo.

Cuando se tuvo la certeza de que Canales Fernández y Hernández Pacheco estaban seguros, los agentes ingresaron a la casa de seguridad, en la cual ya no se encontraban los plagiarios porque huyeron cuando se dieron cuenta de la presencia de la Policía Federal, informó el secretario. En la casa de seguridad sólo estaban los dos periodistas.

García Luna afirmó que se continuará con las investigaciones, pues del testimonio de los comunicadores rescatados y de labores de inteligencia se sabe que en ese mismo sitio había policías que estaban secuestrados y que fueron liberados.

Estrategia de propaganda
El funcionario dijo que "la organización que fue responsable de este hecho es el cártel del Pacífico o de Sinaloa, en particular Joaquín El Chapo Guzmán", por lo que se trabaja en la captura de la célula que bajo las órdenes de este narcotraficante secuestró a los cuatro reporteros.

El plagio de los periodistas, aseguró García Luna, "es una estrategia mediática del crimen organizado en la que querían transmitir mensajes ocupando la capacidad de los medios de comunicación.

"El objetivo, la pretensión del grupo era de manera específica transmitir mensajes del crimen organizado para impactar a la comunidad, ocupando en principio a los reporteros para que fueran el conducto para la transmisión de estos mensajes" y de inicio se transmitieran tres videos.

Fuente: www.eluniversal.com.mx