domingo, 12 de septiembre de 2010

Doña Letizia, periodista un día más

España, septiembre 12.- La Princesa de Asturias ha vuelto al pasado y se ha convertido de nuevo por un día en Letizia Ortiz. La futura reina ha retomado por un momento su antigua faceta de periodista. El pasado jueves, doña Letizia acudió junto a su marido, el Príncipe Felipe, a la sede central de Onda Cero.

Fuente: www.abc.es
Foto: Letizia Ortiz en las instalaciones de Onda Cero; tomada de www.abc.es

La prensa insurgente

Rafael Pérez Gay
Septiembre 12.- Se ha mencionado muy poco en estos días del bicentenario a nuestros primeros periodistas de combate. Ellos inician una larga tradición nacional: la prensa como instrumento de difusión y conocimiento. He buscado y rebuscado entre mis papeles hasta dar con las notas que escribí después de varias sesiones en la hemeroteca hace algunos años.

Durante la rebelión criolla que se propuso construir una nación independiente, escribir significaba proclamar, arengar, conspirar. Así se inaugura un género: la literatura política. La prensa fue el lugar de ese estallido, nada quedó fuera del asombro redentor de la Revolución. La prosa y la poesía se adentraron en el sueño fundador de la Independencia. La prensa insurgente es el primer momento impreso de la rebelión. Hasta nosotros han llegado papeles sueltos, hojas volantes que llamaban a la guerra y aludían a una obligación: el patriotismo.

Publicados sin recursos y durante poco tiempo, los periódicos de la insurgencia son también las primeras impresiones sin censura o coerción virreinal en la historia del periodismo mexicano. Como el movimiento mismo, la prensa insurgente cuenta una larga caída después de tocar la cima de la rebelión popular. Los escritores se convirtieron en magos que convocaban los poderes del alegato, la militancia, la toma de conciencia. La prensa insurgente se divide en dos periodos (la división corresponde a Miquel y Vergés, estudioso del periodo). El primero arranca con el levantamiento de Hidalgo, en 1810, y termina con el fusilamiento de Francisco Javier Mina, en 1817. El segundo narra la negociación de las fuerzas insurgentes y sus derrotas; es decir, abre con el Plan de Iguala y se apaga con la consumación de la Independencia. Al primero lo alimenta el mito del enciclopedismo y los filósofos franceses; al otro lo abruma la presencia definitiva de Agustín de Iturbide, consumador, militar diestro, monarca y gran creador de la verdadera independencia. La primera voz pertenece a Francisco Severo Maldonado en el Despertador Americano (1810):

"Despertad al ruido de las cadenas que arrastráis ha tres siglos, abrid los ojos a vuestros verdaderos intereses, no os acobardéis ante los sacrificios y privaciones que forzosamente acarrea toda revolución en su principio, volad al campo de honor y cubríos de gloria bajo la conducta del nuevo Washington que nos ha suscitado el cielo de su misericordia, de esa alma grande llena de sabiduría y bondad, que tiene encantados nuestros corazones con el admirable conjunto de virtudes populares y republicanas."

El último eco corresponde al capítulo final de la aventura que protagonizó el liberal español Francisco Javier Mina al llegar a Galveston. En Soto la Marina, Mina imprimiría el Boletín de la División Auxiliar de la República Mexicana, de hecho el último periodo insurgente:

"Vosotros os habéis reunido bajo mis órdenes a fin de trabajar por la libertad e independencia de México. Ha siete años que este pueblo lucha con sus opresores para obtener tan noble objeto. Hasta ahora no ha sido protegido; y a las almas generosas toca mezclarse en la contienda Así vosotros siguiéndome habéis emprendido la mejor causa que puede suscitarse sobre la tierra."

Al llamado de la rebelión acuden Franciso Severo Maldonado, José María Cos, Andrés Quintana Roo, Francisco Velasco, Fray Servando, José Manuel Herrera, José San Martín.

Severo Maldonado espera la entrada triunfal de Hidalgo a Guadalajara y, entre masas de indígenas y mestizos, funda El Despertador Americano (1810-1811); tiempo después, cuando Calleja recupera Guadalajara, Maldonado defecciona y prepara El Telégrafo de Guadalajara, la antípoda de El Despertador. José María Cos construye con pedazos de madera los tipos de un nuevo periódico, utiliza íñigo para la tinta y publica El Ilustrador Nacional (1812). Luego, con Quintana Roo y Francisco Velasco escribe El Ilustrador Americano (1812-1813); para entonces, las esposas de los guadalupes, los conspiradores insurgentes, contrabandean una pequeña imprenta hasta llegar a Sultepec donde Andrés Quintana Roo prepara el Semanario Patriótico Mexicano (1812-1813) junto con Cos y Velasco; entre sus números se incluye uno de los pocos documentos de ideas políticas que conozca la prensa insurgente: "La Carta de un Americano a un Español" de fray Servando Teresa de Mier.

Después de la toma de Oaxaca, Morelos le encomienda a Herrera la redacción del Correo Americano del Sur, al que después llegará Bustamante. José San Martín, ayudado por Quintana Roo, edita La Gaceta del Gobierno Provisional Mexicano de las Provincias del Poniente (1817). Al final del viaje, Joaquín Infante es el redactor del Boletín de la División Auxiliar de la República Mexicana. En la prensa insurgente hay una idea territorial que paralelamente al movimiento se deprime a lo largo de las publicaciones: primero quiso ser nacional, americana en el clímax de la Revolución; después fue correo del sur, más tarde de las provincias del poniente y, cuando la rebelión se extinguió, se volvió de una división auxiliar de la república. En esa geografía nacen y se apagan los papeles insurgentes.

Fuente: http://www.eluniversal.com.mx/