domingo, 24 de octubre de 2010

¿Y a mí qué?

Defensor del lector
Juan Carlos Núñez Bustillo
GUADALAJARA, México, octubre 24.- Los manuales clásicos de periodismo dicen que la información noticiosa debe responder a las preguntas básicas: ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿por qué? Las maneras de plantear esta necesidad son obviamente distintas según los autores, pero coinciden en lo básico. Veamos dos ejemplos.

Federico Campbell indica en su libro Periodismo Escrito que el reportero debe responder "a las cinco preguntas de tradición aristotélica: quién, qué, dónde, con ayuda de quiénes, por qué, de qué modo y cuándo".

Vicente Leñero y Carlos Marín afirman en su Manual de Periodismo: "Los elementos que integran cualquier hecho noticiosos reflejan: 1. El hecho: qué ha sucedido. 2. El sujeto: quién realiza la acción. 3. El tiempo: cuándo sucedió. 4. El lugar: dónde se llevó a cabo. 5. La finalidad: para qué o por qué se efectuó. 6. La forma: cómo se realizó.

"Las seis preguntas responden a las interrogantes que suele hacerse cualquier persona interesada en la información. La respuesta determina la amplitud de la noticia. No siempre es necesario responder a las seis; ello dependerá de las características de cada hecho noticioso, pero con frecuencia se responde por lo menos a cuatro. Con este mínimo de respuestas el receptor identifica rápidamente la noticia".

Pero responder a esas preguntas no basta para elaborar una buena nota periodística. Hay otra pregunta que los reporteros no deben olvidar. Esta pregunta es: ¿Y a mí, como ciudadano, qué? ¿Y al lector qué?

Esta pregunta, que le oí por primera vez al periodista Luis Miguel González un día que dialogábamos sobre la pertinencia periodística de un tema, obliga al reportero a evaluar mejor si el tratamiento que está dando al asunto es realmente de interés público. Puede que no lo sea y entonces habrá que descartar el tema. Puede ocurrir también que sí lo sea, pero que en la manera de plantearlo no quede claro. En ese caso es tarea del periodista hacer ese vínculo para que los lectores se percaten de que algo aparentemente lejano sí les incumbe.

Ejemplos
En el periódico aparecen cotidianamente ejemplos de textos que responden a la pregunta ¿y a mí qué? y de otros en los que no aparece. Vemos dos. El viernes pudimos leer una noticia clásica y bien elaborada. Se publicó la página 6 bajo el título: "Ya se aprobó la ley contra la obesidad". Dice: "El pleno del Congreso del Estado [quién] aprobó [qué] ayer [cuándo] por unanimidad [cómo] la Ley Estatal para la Prevención y control de los Trastornos Alimenticios, la Obesidad y la Desnutrición, la cual prevé la creación de un instituto que se hará cargo de las políticas públicas en la materia, además de establecer restricciones para la venta de comida en centros escolares [para qué]". Antes, junto al nombre de la reportera que escribió la nota (Sonia Serrano) aparece la palabra: "Guadalajara" [dónde]. En el resto del texto se desglosa y se detalla la información.

Como lector común, cuando vi el título: "Ya se aprobó la ley contra la obesidad" comencé a leer el texto. No me ocurrió lo mismo con una noticia firmada por la misma reportera que se publicó el mismo día en la página 14 y que se titula: "Plantean la posibilidad de desaparecer el OCOIT" (y eso que soy de los pocos lectores que saben qué es eso). Comencé a leerla sin mayor interés y el poco que tenía disminuyó aún más después de leer el primer párrafo que dice: "Es necesario revisar si tiene sentido que siga funcionando el Organismo Coordinador de la Operación Integral del Sistema de Transporte Público (OCOIT), ya que es claro que los recursos públicos que se le asignan no sirven para mejorar la movilidad en la entidad, señaló el presidente de la Comisión de Vialidad y Transporte del Congreso del Estado, Enrique Aubry".

Supongo que a la mayoría de los lectores les habrá ocurrido lo mismo que a mí. Los editores también lo supusieron y por eso publicaron la noticia de la ley como el tema del día y le otorgaron una doble página, mientras que la segunda apareció mucho más pequeña en la penúltima página de la sección.

¿Por qué me interesó la primera más que la segunda? La respuesta es muy simple y hasta obvia. Porque la noticia sobre la ley de la obesidad me incumbe muchísimo más que la del OCOIT.

Como panzón que soy me pregunté de qué manera la ley podría repercutir, para bien o para mal, en mi vida. Aunque al terminar de leer me di cuenta que las repercusiones no serán, al menos en el corto plazo, mayores, es un asunto que me atañe a mí y a muchos más. No solamente a las personas pasadas de peso, sino también a las que no les sobran kilos y a las flacas, porque la aprobación de la ley tiene que ver con educadores, comerciantes, médicos, nutriólogos, burócratas, sindicalistas, empresarios, etcétera.

En cambio, el texto sobre el OCOIT no es más que una declaración de un diputado que no tiene mayores repercusiones. Dice que es "necesario revisar si tiene sentido" que el organismo siga funcionando. Es decir, que no hay nada. Ni siquiera una iniciativa concreta para que se desaparezca la institución. Entre la declaración del diputado y la posibilidad de que ocurra algo de interés público hay una distancia enorme y lo más probable es que no pase absolutamente nada. Para los protagonistas de la historia: el diputado, los directivos del OCOIT y pocos más, la declaración puede tener cierta repercusión, pero no para el común de los lectores que son para quienes está dirigido el periódico.

El tema sería noticia de interés general si el organismo efectivamente hubiera desaparecido o al menos que se hubiera hecho una propuesta concreta encaminada a ello, pero la declaración del diputado así como está es intrascendente.

Eso no significa que el tema del OCOIT no sea importante. Por supuesto que es de interés general que el periódico dé a conocer las probables irregularidades en el manejo de los recursos de cualquier institución pública y que evalúe los resultados de ese organismo. Entonces sí podrá haber una interesante respuesta para la pregunta: "¿Y a mí, qué?".
Fuente: www.milenio.com