jueves, 4 de noviembre de 2010

‘Todo es ficción, pero todo es verdad’

 Manuel Rivas aborda el narcotráfico en las rías gallegas en su nueva obra.


MADRID, España, noviembre 03.- Brétema es un nombre imaginario, pero nada de lo que allí ocurre lo es. En Todo es silencio, la última novela de Manuel Rivas (que publica Alfaguara cuatro años después de la última, Los libros arden mal), aquello que no se quiere decir, ni ver, ni escuchar subyace. Como si más que un thriller, fuese una tragedia. "La cualidad de la literatura es que muestra a un tiempo la cara y la cruz gracias a una herramienta principal, la ironía", asegura el escritor. El asunto de la novela es el narcotráfico en las costas gallegas, al que Rivas se ha acercado durante años como periodista. "Esta vez necesitaba que fuera una ficción precisamente para ir un poco más allá. Como decía John Ford de sus películas, aquí todo es ficción pero todo es verdad".

La tentación de hacer un libro-reportaje no existió, según el escritor gallego. No solo porque ya existen precedentes "estupendos", sino porque, para él, la literatura era la manera de profundizar en un asunto de histórica complejidad. Novela de personajes, Todo es silencio pretende ser un libro "con esa ficción que destapa, la que avanza contra la estupidez". "La imaginación", añade, "no es un producto de la fantasía, la imaginación es la prolongación de la memoria, es la levadura con la que se fermenta esa memoria".

La narración arranca con una frase ("La boca no es para hablar. Es para callar") que podría explicar el origen de esa localidad enferma y llena de secretos, Brétema, que en gallego significa niebla. "Es un lugar psicogeográfico, ¡me encanta esa palabra de los situacionistas! Brétema no se corresponde con un pueblo pero sí con una geografía", dice el autor de El lápiz del carpintero, que apunta al mar como personaje fundamental de una trama sobre el poder, la corrupción y el crimen. "El mar da la vida y da la muerte. Habla por sí mismo. Su sonido se reconoce, y siempre habla de recomenzar. Habla a través de signos, es un hablar iconográfico, habla con lo que transporta, lo que llega, lo que desplaza o lo que vomita. El mar habla con signos y cada cosa que expulsa es el signo de una época. Aquí el mar empezó echando naranjas y acabó echando muertos, entre los dos llegaron fardos de cocaína".

Es la droga del poder, añade Rivas, "la del capitalismo mágico" que regía la filosofía de unos capos que en la novela afirman que "mientras se trabaja no se gana dinero". Para Rivas, lo que impidió la consolidación de esa mafia fue la reacción de las madres contra la droga: "Ellas acabaron con el silencio y con la suspensión de las conciencias".
Fuente:
www.elpais.com
Imagen tomada de www.elpais.com