domingo, 3 de octubre de 2010

Chihuahua: violencia e impunidad

Sandra Rodríguez Nieto
Periodista de El Diario de Juárez.
MÉXICO, octubre 03.- La idea detonada por El Diario de Juárez impactó en México y en varias partes del mundo, pero para los habitantes de Chihuahua es absolutamente cierta: en esta entidad, los criminales son las autoridades de facto.
En Juárez, tan sólo, son tan poderosos que disponen a balazos de la vida de una persona, en promedio, casi cada tres horas. Ejercen tan siniestro poder porque circulan libremente armados, porque no temen hacerlo. Asesinan lo mismo a hombres que mujeres, a adolescentes que adultos. Le disparan incluso directamente a los niños. Apenas el sábado 25 de septiembre asesinaron a tiros a una niña de seis años mientras dormía en su recámara.

Son, de hecho, más que autoridades: son una especie de poder supremo terrenal porque son quienes deciden quién vive y quién muere. No han hecho más daño simplemente porque no han querido, porque, de poder, pueden: en el estado de Chihuahua no hay a quién le teman porque no hay autoridad legal que los persiga ni castigue sus delitos. Los miles de efectivos de la Policía Federal y del Ejército Mexicano han sido un mero marco que, por motivos desconocidos, no han podido o no han querido detener la barbarie en la que han perecido ya más de seis mil personas desde 2008.

Así, sin procuración ni impartición de justicia, Chihuahua es un paraíso para el crimen. Datos del Poder Judicial indican que, hasta inicios de este septiembre, de los más de 2 mil homicidios cometidos en Ciudad Juárez, en sólo 67 casos el ministerio público estatal había podido identificar a un probable sospechoso. Del resto, la Procuraduría del estado reportó seguir sin rastro alguno. Igual estadística, de acuerdo con El Diario, arrojaron 2009 y 2008: en sólo tres de cada 100 homicidios se encuentra a un presunto responsable. E igual ocurre con el resto de los delitos: un 97 por ciento de las miles de denuncias que se interponen en la ciudad más violenta de México jamás pasan del inicio del expediente.

¿De qué manera impacta tanta injusticia? Desde hace años, diversas voces han insistido en que la impunidad -del latín impunitas, o "sin castigo"- es uno de los motores que -además de la desigualdad social, la pobreza y la profunda corrupción- alienta el fenómeno criminal porque genera la idea de que cometer un ilícito, como robar o matar, no tiene realmente ninguna consecuencia.

Así lo dijo a El Diario desde 2004 la relatora especial de la ONU sobre Violencia Contra Mujeres, Yakin Ertürk, quien a propósito de los feminicidios advirtió que "el que un crimen quede impune lo hace más fácil para quienes están cometiéndolos".

Lo expresó también Blanca Martínez, esposa del periodista de El Diario, Armando Rodríguez, durante el funeral del foto-reportero Luis Carlos Santiago: mientras no se investiguen los casos, puede pasarle a todos.

Y lo advirtió también de manera alarmante desde 2004 Vicente León, un adolescente juarense que ese año asesinó a su padre, a su madre y a su hermanita de 12 años, y quien dijo que le había parecido fácil hacerlo porque en Juárez, cuestionó, ¿cuántas mujeres no matan, y nadie hace nada?

Chihuahua es, literalmente, un estado de barbarie, un lugar donde los responsables legalmente constituidos para, como dice el Código Procesal del estado, "resolver el conflicto surgido con el delito", simplemente han declinado, por negligencia o conveniencia, de su trabajo de procurar e impartir justicia.

Pero el principal responsable de aplicar el proceso penal estatal, el gobernador José Reyes Baeza, está listo para irse, igualmente impune, a una comisión de "federalismo fiscal" dentro de su partido, el PRI. Y se va como si nada, como si su Procuraduría no fuera la campeona de la impunidad en México, como si no dejara 6 mil homicidios sin resolver, como si Chihuahua, como dijeron los habitantes de Ascensión que lincharon a dos plagiarios, no fuera una tierra sin ley.

Y se va, incluso, como si su primer secretario de seguridad pública, Raúl Grajeda, no hubiera dicho públicamente que Reyes Baeza permitió la protección de un capo del narcotráfico en las instalaciones de la Procuraduría.

Pero Reyes Baeza se va sin castigo porque la impunidad que prevalece para los delincuentes, en México es igual para los que llevan título de gobernantes. Porque antes que él ya ha habido funcionarios negligentes que, en lugar de castigo, han recibido premios. Ahí está Arturo Chávez Chávez, famoso en Juárez por también haber dejado impune cientos de homicidios de hombres y de mujeres cuando fue procurador estatal (entre 1996 y 1998) y porque, en lugar de responder a quienes lo acusaron de negligente, ahora es titular de la Procuraduría General de la República.

Juárez es la cara más visible de lo que ocurre cuando en una ciudad, además de todas las fuerzas que causan el delito, impera la impunidad.

Fuente: www.reforma.com