lunes, 13 de septiembre de 2010

Periodismo sonoro

Jacobo Zabludovsky
Septiembre 13.- El próximo domingo se cumplen 25 años del terremoto. El tiempo ha ubicado la tragedia del 19 de septiembre de 1985 como la mayor en la historia de nuestra capital, antecedida solo por la destrucción de la ciudad azteca a manos de los conquistadores en 1521.
Al número indeterminado de muertos, cercano a los 15,000, se agregan, en la cuenta de pérdidas, los incalculables daños materiales. En la de ganancias destaca, después de exigencias legales sobre la seguridad de las construcciones, la más notable: esa conducta espontánea de solidaridad mostrada por los sobrevivientes en ayuda de los vecinos en desgracia. Esos capitalinos anónimos que reptaron entre las ruinas humeantes para rescatar heridos y muertos, remover tanques de gas, consolar deudos, evitar saqueos y ofrecer agua y alimentos a los damnificados, fue demostración sorpresiva para nosotros mismos de una generosidad y heroísmo que no sospechábamos, previa y superior a la intervención de socorristas, policías, soldados y bomberos. Esa epopeya popular influyó en movimientos sociales y políticos registrados en México desde entonces.
A la sombra del temblor, alargada por el tiempo, se registra hoy otra consecuencia positiva: el nacimiento de una sección de la Fonoteca Nacional que llevará el nombre de Periodismo Sonoro de México.
Fui yo quien sugirió hace 58 años la creación de una Fonoteca Nacional. El 6 de julio de 1952 mi columna "Antena", del semanario El Redondel, página 13 de la segunda sección, destaca: "Si nos apresuramos en los trabajos probablemente la Fonoteca Nacional sea inaugurada antes de que el presidente Alemán entregue el gobierno. Los pequeños detalles de organización son los que llevan más tiempo". Ese periódico, que conservo, aludía a una publicación anterior que perdí entre las ruinas de Televisa, donde le exponía la propuesta al presidente Alemán. En la hemeroteca seguramente se puede localizar el ejemplar.
Cuatro meses después, el 30 de noviembre en la misma "Antena" (conservo también El Redondel original), escribí: "Por más esfuerzos que hicimos no fue posible crear la Fonoteca Nacional durante el régimen del licenciado Alemán. Estos últimos meses todas las Secretarías se dedicaron a terminar las grandes obras que se habían iniciado".
Invitado por el maestro Álvaro Hegewisch visité la Fonoteca Nacional que él dirige, una excelente instalación dotada de todas las herramientas modernas a cargo de personal especializado, en la calle de Francisco Sosa, en Coyoacán, donde conservan mi narración radiofónica del terremoto y trabajos que había olvidado. Ese fue el motivo de la invitación. Series enteras, como la que titulé "Testigo de la historia", han sido rescatadas y computarizadas para su conservación y consulta.
Desde un discurso de Porfirio Díaz en su propia voz, hasta el canto de los pájaros y el ruido de las calles, en la Fonoteca se atesoran testimonios auditivos fugaces o efímeros, fuentes de la historia, del placer o la nostalgia.
La semana pasada propuse al maestro Hegewisch la apertura de una sección especial de la Fonoteca dedicada al periodismo radiofónico. Ante el avance de la técnica que más allá de la radio abre nuevos caminos al transporte de los sonidos, su nombre será el de Periodismo Sonoro de México. Archivará para su protección voces y acontecimientos, desde los balbuceos iniciales de la radio, hace 90 años, hasta los actuales y futuros. El director acogió la proposición con entusiasmo y se ha puesto en marcha la labor de hacerla realidad. Ofrecí donar mi archivo personal, lo que he logrado acumular en más de 65 años de trabajo, para entregarlo el día de la inauguración de Periodismo Sonoro de México, junto con fonógrafos, tocadiscos, grabadoras, reproductores caídos en desuso y las páginas alusivas de El Redondel como actas de nacimiento de la Fonoteca y pruebas ADN de paternidad.
Todos los documentos del periodismo hablado podrán ser consultados hasta por un niño mediante internet. Se hacen accesibles los testimonios valiosos que de otra manera se perderían, como se han perdido tantos durante estas nueve décadas. Entrevistas con un universo de personalidades. Comentaristas, narradores y cronistas de deportes, cultura o política, periodistas de todas las ramas, podrán salvar de la destrucción sus grabaciones legándolas a una institución respetable y permanente.
Alguien dijo que el destino es circular. Se cierra así, con otra idea, el círculo abierto al nacer la Fonoteca.
Todos los colegas muertos y vivos, desde Alonso Sordo Noriega hasta los navegantes del ciberespacio, soñarán el sueño de ser escuchados cuando su voz quede en silencio.

Fuente: www.eluniversal.com.mx