domingo, 10 de octubre de 2010

Contar y desaparecer


CIUDAD DE MÉXICO, México, octubre 10.- Leila Guerriero se inició en el periodismo con la certeza de que lo interesante no era la realidad sino la ficción. En 1991 dejó, sin esperanza, un cuento en la recepción del diario argentino Página 12, se marchó a su casa y a los cuatro días Ruta cero aparecía en la contraportada. Diecinueve años más tarde, ha ganado el Premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano 2010 con un texto que destaca por su registro minucioso de la realidad. Guerriero ya no cree que escribir periodismo sea una prueba piloto para llegar, alguna vez, a escribir ficción, aunque sigue pensando en desaparecer.

"Uno tiene que contar la historia y desaparecer, nada más. La gente que habla del periodismo al servicio de la verdad me espeluzna porque es muy difícil saber qué es la verdad, eso es poner al periodismo en el lugar que deberían ocupar instancias como el Estado, como la justicia".

Seis meses después de publicar Ruta cero comenzó a trabajar como redactora del diario, luego, en 2005 publicó su primer libro, Los suicidas del fin del mundo, en 2009 antologó sus crónicas escritas para los mejores medios de periodismo narrativo de Iberoamérica en Frutos prohibidos, al año siguiente ganó el Premio FNPI, viajó en septiembre a Monterrey para recibirlo, luego a la Ciudad de México y aquí aceptó una entrevista.

Ganó su primer premio con "El rastro en los huesos", una crónica publicada en la revista Gatopardo sobre el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El jurado resaltó un minucioso trabajo de detalles, una historia conmovedora ajena a todo sentimentalismo. "El cometido ético de esta crónica", apuntó el acta, "consiste en restituir a través de las palabras, y con extrema delicadeza, lo que se aniquiló en ese episodio de la historia".

Restituir. Volver algo a quien lo tenía antes, según la Real Academia de la Lengua. Leila Guerriero se enfoca en los temas que a nadie importan o que tanto importaron a la prensa y que luego fueron relegados: el funcionamiento sin protagonismo del EAAF, los sueños y las obsesiones del gigante que fue tan alto como su propia casa, que pasó por la NBA y de ahí al olvido, la vida de una mujer que envenenó con cianuro a sus tres amigas o el trabajo entre las sombras del restaurador del telón del Teatro Colón de Buenos Aires.

"El periodismo es tratar de entender y contarle un mundo a la gente con una mirada que siempre es subjetiva. Uno está ahí para tratar de contar una historia, decodificar un mundo muy complejo y mostrarlo lo mas facilitado posible a un lector que de otra manera no tendría acceso a esa realidad", afirma.

Guerriero busca hacerse invisible también cuando acompaña hasta por tres meses a un personaje sobre quien desea escribir un perfil. Después, cuando lo conoce, desaparece, sin teléfono, sin amigos, para escribir el texto que sea como un iceberg: "lo de arriba flota gracias a lo que permanece sumergido".

Publicó 40 mil 663 caracteres con "El rastro en los huesos" en un tiempo en que la prensa reduce la medida de las notas con la excusa de que los lectores ya no leen. Un argumento, considera, parecido a abrir un negocio de helados pensando que los helados ya no los compra nadie.

"No porque la fotografía haya cambiado a digital, los fotógrafos empezaron a hacer fotos mas chiquititas, lo que suele pasar cuando una tecnología cambia es que la anterior se vuelve más artística, eso puede pasar con el periodismo".

No tiene cuenta de hi5 ni facebook ni twiter, no porque dude de los nuevos soportes tecnológicos sino porque, opina, lo más importante es el contenido. Investigar, contar una historia, nutrirse de técnicas de la literatura para contar la realidad. Escribir notas diarias, sí, pero mantener un trabajo de periodismo de autor, propio.
Fuente:
www.reforma.com
Imagen: Aspecto de la publicación del reportaje "El rastro de los huesos" en la edición digital de la revista Gatopardo.