viernes, 8 de octubre de 2010

El periodista en su soledad

Historias De Los Lectores
Javier Moreno
SEVILLA, España, octubre 08.- He titulado mi artículo con el mismo nombre de un libro de uno de los profesores que me impartió clases durante la carrera de periodismo, Antonio López Hidalgo. Me pareció una buena forma de empezar a escribir porque así es como me siento al ver que apenas si me espera un futuro por delante: solo, vacío, indefenso y lo que es peor, impotente.

Mi historia no es menos dramática que la de los jóvenes que ya han visto publicadas las suyas en El País, y quizá la mía lo sea aún más... Tengo 30 años y en 2007 me licencié en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Jamás se me pasó por la cabeza llegar a terminar una carrera universitaria, nadie daba "un duro por mí", ni siquiera mis padres, aunque siempre he contado con su apoyo. Sin embargo, sabía que con esfuerzo lo conseguiría algún día y así fue. Puede que haya tenido mayor dificultad que los demás para vencer todos los obstáculos que se han ido interponiendo en mi camino: en mi niñez, en el colegio, en el instituto, pero hoy día puedo enorgullecerme de tener una licenciatura, aunque al estar en paro siento como si no hubiera hecho nada. ¿Por qué digo que he tenido mayores dificultades para conseguir todo lo que conseguido, solo y sin ayuda de nada ni de nadie? Es sencillo... porque tengo una discapacidad.

Soy una persona con discapacidad y digo bien, discapacidad, que no minusvalía, invalidez ni cualquier apelativo despectivo con el que suelen referirse a nosotros la mayoría de las veces. No valgo menos que nadie por ser quién soy, eso lo tengo clarísimo. Concretamente, nací con espina bífida, una lesión medular, y dentro de mi discapacidad, nací con el caso más severo de los tres que existen: nací con un mielomeningocele. Afortunadamente, puedo caminar y llevar una vida de lo más normal, aunque tengo mis limitaciones. Mielomeningocele es una palabra que a muchos "sonará a chino", que les imponga, que sientan lástima, pero no debe ni tiene que ser así. Soy una persona como cualquier otra, con los mismos derechos y deberes, así lo dice la Constitución. También dice la Carta Magna en su artículo 35 que "Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo". Un artículo que para casi cuatro millones de españoles (parados) es hoy día toda una falacia o como mucho una declaración de intenciones, pero nada más. Y una cosa más, y volviendo a la Constitución: "sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo", y yo me pregunto entonces... ¿y por discapacidad?

En la actualidad, tristemente sigue existiendo discriminación hacia la mujer simplemente por el mero hecho de haber nacido mujer, también en el plano laboral, aunque es cierto que es una discriminación en la que se ha ganado mucho con el paso del tiempo; para nada la mujer está tan mal vista como antaño y así es como tiene que ser. ¿Qué falta mucho por hacer? No creo que nadie ponga en duda eso. Sin embargo, ¿y la persona con discapacidad? En mi humilde opinión, creo que somos los grandes discriminados de nuestro tiempo, bueno la verdad es que siempre lo hemos estado, no hemos cambiado nada. Contratarnos es todo un filón para las empresas, ya que tienen beneficios fiscales por contratar a una persona con discapacidad y más si la hacen indefinida, pero la cosa es que no lo hacen. Las empresas son todavía reacias a contratar personal con discapacidad, supongo que porque piensan que no podemos rendir de la misma forma que cualquier otra persona y porque dirán que "no somos agradables a la vista". Parece mentira que en pleno siglo XXI se piense así.

Existen los llamados CEE (Centros Especiales de Empleo), "empresas destinadas a proporcionar a las personas con discapacidad la realización de un trabajo productivo y remunerado, adecuado a sus características personales y que facilite su integración al mercado laboral". Al menos, "el 70% de su plantilla tiene que estar formada por trabajadores con un grado de discapacidad superior al 33%". Por lo general, son empresas en las que trabajan personas con discapacidad intelectual y en las que no piden cualificación alguna, y yo que tengo una "titulación universitaria", pues como que me salgo del perfil que buscan. Además, suelen ser trabajos temporales y con un sueldo de miseria. La empresa privada de toda la vida nos está prácticamente vetada de todas, todas, como muy bien he dicho antes. Parece que las personas con discapacidad únicamente podemos trabajar en los Centros Especiales de Empleo, y quiero dejar bien claro y que todo el mundo se entere, que los hay que no aspiramos a eso. Cada vez más, las asociaciones, fundaciones y demás entidades relacionadas con el mundo de la discapacidad cuentan con gabinetes de comunicación, pero cuál es mi sorpresa que no conozco un solo periodista con discapacidad trabando en ellos, y periodistas discapacitados puedo afirmar que los hay. En definitiva, estas entidades nos quieren para actividades de ocio, que si una excursión por aquí, un encuentro por allá, pero no para trabajar porque ni quieren que trabajemos en ellas ni tampoco hacen nada por luchar e intentar hacernos ver laboralmente hablando. Está claro que es más fácil quedarse de brazos cruzados. Mi propia experiencia vital me dice que la persona con discapacidad o tiene la suerte de encontrar trabajo en uno de los CEE u oposita porque de la empresa privada ya se puede ir olvidando, a no ser que tenga "enchufe", hablando claro.

Volviendo a mí y aparte de la Licenciatura en Periodismo, ya que no me he quedado ni mucho menos en eso, poseo una gran cantidad de cursos, de ciclos de conferencias recibidos durante mis estudios. Y en cuanto a mi experiencia profesional, decir que tengo toda la que he podido o más bien la que me han dejado y siempre de becario. Durante los meses de verano de 2004 y 2005, trabajé de becario en una asociación social llevando temas de comunicación. Fue mi primera experiencia laboral y guardo un buen recuerdo de aquello. Los comienzos fueron difíciles, no me sentía cómodo, pero enseguida me adapté. El 2006 lo dediqué por entero "a hincar los codos" para terminar la carrera y así fue; en diciembre ya era un licenciado más en periodismo, aunque dejé el expediente abierto con la intención de pedir prácticas, las cuales hice en un periódico deportivo de Sevilla. Estuve tres meses, no me renovaron las prácticas, cosa que sí hicieron con los demás en mi misma situación. En verano realicé un curso de Formación Profesional de Locución y Producción, lo que me llevó a un mes de prácticas en la radio municipal de un pueblo de la provincia de Sevilla. Justamente después, eché la solicitud de una beca de nueve meses de prácticas que tienen dos medios de comunicación y tuve la suerte de que me seleccionaron. Estuve siete meses trabajando en un periódico en la sección de deportes y dos en una radio también en deportes. Nos plantamos ya en junio de 2008. Como se puede ver, casi toda mi experiencia profesional ha sido dentro del terreno del periodismo deportivo, mi gran pasión y lo que me llevó a estudiar la carrera. Mi gran sueño era ser algún día periodista deportivo, pero no se puede vivir de los sueños, ni tampoco siendo un eterno becario.

Tras ver que, lamentablemente y muy a mi pesar, no tenía nada que hacer en esto del periodismo, ya me lo advirtieron mis padres cuando comencé la carrera, me apunté a una academia para preparar oposiciones a la administración pública, empresa en la que sigo hoy día y en la que espero conseguir algo más pronto que tarde. Sin embargo, no cejé en mi empeño de seguir luchando por lo que un día quise ser, periodista. A decir verdad, creo que nunca dejaré de intentarlo, no conseguiré nada, pero quiero quedarme con la satisfacción personal de haberlo intentado. En noviembre de 2008, comencé un curso de formación profesional en periodismo deportivo cuya duración fue de siete meses, un total de 700 horas, y un curso importante por estar respaldado por la Confederación de Empresarios de Andalucía y por estar impartido por profesionales del periodismo deportivo sevillano. Fue lo último que hice en relación con mi formación, amén de otro curso de formación profesional, esta vez de Photoshop que he realizado este año durante los meses de junio y julio en la misma academia donde estudio para las oposiciones.

En resumen y a grandes rasgos, esta es mi historia. Una licenciatura, cursos y años de becario para nada. Espero aprobar las oposiciones, tener algún día una mediana calidad de vida que es lo que busca todo el mundo, y también espero, aunque más bien el sueño, de poder dedicarme algún día a lo que realmente me motiva y para lo que me formé, el periodismo.
Fuente:
www.elpais.com