martes, 9 de noviembre de 2010

Periodistas de primera, ciudadanos de segunda

Autonomía relativa
Juan Ignacio Zavala
CIUDAD DE MÉXICO, México, noviembre 07.- Entre las muchas cosas que suceden en México para que siga en la calificación de surrealista, esta semana se implementó un Mecanismo para la Protección de Periodistas. Se trata de un convenio firmado por autoridades federales (PGR, Segob y SRE) y la CNDH. Más adelante se sumarán autoridades locales. Este convenio o mecanismo tiene entre sus objetivos los siguientes: "El protocolo fija la obligación para la Segob de coordinar los trabajos en favor de la libertad de expresión, mientras que la Secretaría de Seguridad Pública y los gobiernos estatales otorgarán las medidas de seguridad necesarias para salvaguardar la labor de los comunicadores. La Procuraduría General de la República y los gobiernos estatales deberán llevar a cabo las investigaciones y seguimiento de los delitos en contra de los periodistas, donde deberá ejercer sus facultades de atracción cuando lo amerite cada caso. La CNDH elaborará la guía para medidas cautelares o protección en beneficio de comunicadores y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) atenderá recomendaciones y medidas internacionales en la materia" (El Universal, 04/11/10).

Tenemos entonces que los periodistas cuentan con un trato especial para poder llevar a cabo sus labores. Muy bien. ¿Y por qué ellos nada más? ¿Por qué no los doctores, los niños o las mujeres? ¿Por qué no un protocolo para que los taxistas puedan llevar a cabo su trabajo con acciones de "prevención y protección contra el crimen organizado"? Puedo entender que al gobierno y la propia CNDH eventos de esta naturaleza los acercan con quienes son sus críticos cotidianos. Lo que llama la atención es que lo acepten los periodistas y hasta lo exijan.

El periodismo, según se sabe, es una profesión que implica riesgo. ¿Quién no recuerda aquellos periodistas norteamericanos asesinados ante la cámara de televisión por las tropas somocistas en Nicaragua o a Anna Politkóvskaya, la periodista rusa asesinada por denunciar las tropelías en Chechenia? Son muchos los ejemplos que muestran hasta dónde es capaz de llegar un periodista en la búsqueda de los hechos.

No pretendo negar las terribles condiciones en que se debe ejercer esta profesión en ciertas zonas del país. Es sin duda una desgracia para el periodismo, pero lo es también para quienes no son periodistas. Lamento la muerte de reporteros, las amenazas de que son víctimas los medios, pero no más que lo que sucede a quienes tienen una tiendita o son zapateros o abogados. No veo por qué se les haga una excepción que, en el fondo, desvirtúa esa parte esencial del periodismo que es el riesgo. Imagino que quienes cubrieron la guerra de Irak o conflictos bélicos, no llegan exigiendo garantías para desarrollar su labor.

La diferencia entre el ciudadano y el periodista solamente debe estribar en que el periodista no está obligado a revelar sus fuentes ante un juez y el ciudadano sí lo está. Esa diferencia salvaguarda al periodismo que tan útil le es al ciudadano. No se necesita más. ¿O quieren un soldado atrás de cada reportero?
Fuente: www.milenio.com