miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Aún no saben qué quieren?

Fuerzas Armadas
Javier Ibarrola
MÉXICO, octubre 06.- Un nuevo atentado contra las instalaciones de un periódico en el norte del país, por más que no haya habido víctimas, reaviva el reto de la delincuencia organizada hacia el Estado, por más que las autoridades estatales insistan en que la violencia sólo se da para distraer, pero no mata.
¿Qué es lo que quieren? Preguntó públicamente uno de los diarios atacados, y al gobierno sólo se le ocurrió decir que más bien se trataba de problemas personales de algunos de los miembros de esos medios.

Se insiste, pues, en tapar el sol con un dedo, cuando no se reconoce que México es uno de los consumidores más importantes de cocaína percápita a escala mundial, sólo superado por Estados Unidos, Brasil y, quizá, España, en Europa.

Pero lo grave de la situación en México, desde luego más allá de "asuntos personales" es el hecho de la estructuración de las organizaciones criminales en células independientes unas de las otras, "lo que ha permitido a cada una ejecutar un amplio espectro de actividades ilícitas en zonas delimitadas, y competir por su control geográfico con otras organizaciones, provocando con ello un recrudecimiento de la violencia".

Estudios realizados por especialistas civiles y militares indican que las organizaciones dedicadas al narcotráfico no controlan el contrabando de armas de fuego. Se trata de un negocio aparte, pues sus redes de distribución contactan personas que compran armas, pero éstas necesariamente tienen vínculos con la organización aunque trabajan de manera independiente.

En este contexto, las armas que sostienen el poder de los criminales y multiplica la violencia en México provienen en 90 por ciento de Estados Unidos, y son vendidas en su mayoría a través de 12 mil tiendas o establecimientos registrados en ese país, sobre todo en las zonas más próximas a nuestra geografía.

Este es sólo uno de los eslabones de las sofisticadas redes de operación de la delincuencia organizada, junto con estructuras de amplio espectro geográfico; diversificación en sus actividades ilícitas, tanto las que son de competencia federal como las de orden común; alto nivel de especialización para su ejecución; recursos financieros abundantes; capacidad de defensa jurídica para sus miembros; poder corruptor y poder intimidatorio de autoridades, de la población y también de los medios de comunicación.

A pesar de las continuas críticas hacia las fuerzas armadas, es menester insistir que en tanto no se logre la consolidación de las instituciones de seguridad pública y procuración de justicia, es indispensable contar con el apoyo decisivo de las fuerzas armadas en el combate al narcotráfico y la delincuencia organizada, "lo que se sustenta en la necesidad de proveer ayuda en las áreas geográficas en donde las instituciones policiacas y de procuración han sido rebasadas por las organizaciones criminales, con su capacidad intimidatoria".

No se trata, pues, de que las acciones delictivas y violentas tengan simplemente por objetivo el distraer a la población, ni deben dar lugar a que nuevos gobernantes, como César Duarte, flamante gobernador de Chihuahua, se lance a decir que en un año tendrá en paz a su estado.

Este tipo de promesas han fallado en todos los ámbitos y niveles, incluyendo al presidente Felipe Calderón, quien ya reconoció que la lucha contra el narcotráfico, principalmente, terminará precisamente cuando termine su gobierno.

Los periódicos y los reporteros atacados se preguntan ¿qué es lo que quieren los narcotraficantes?, y nadie tiene respuestas, lo que de suyo es grave, pues en todo caso deberían ser el gobierno federal y los estatales quienes lleguen al origen de estas interrogantes.

Sin embargo, no lo hacen y la violencia crece sin medida ni fronteras, reforzando cada día la "cultura de la muerte".
Fuente:
www.milenio.com