miércoles, 6 de octubre de 2010

Gabo reúne en un libro sus discursos dispersos

Hace 28 años.
CIUDAD DE MÉXICO, México, octubre 06.- Acierto, provocación y poesía se deslizan en los discursos de Gabriel García Márquez. ¿Cómo olvidar que fue el Nobel de Literatura colombiano quien en 1997, en el Congreso Internacional de la Lengua Española, en la ciudad de Zacatecas, escandalizó a todos con su propuesta de jubilar a la ortografía?

Memorable resulta también su discurso ante la Academia Sueca cuando recibió el Premio Nobel y entonces confesó: "En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía".

Fue una voz crítica cuando en el 41 aniversario de la bomba de Hiroshima denunció que en el mundo existían entonces más de 50 mil ojivas nucleares emplazadas: "Ninguna ciencia, ningún arte, ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces como la industria nuclear desde su origen, hace 41 años, ni ninguna otra creación del ingenio humano ha tenido nunca tanto poder de determinación sobre el destino del mundo", dijo el autor de El otoño del patriarca.
Estos y otros discursos del periodista y narrador colombiano (Aracataca, 6 de marzo de 1927) son reunidos en un libro, Yo no vengo a decir un discurso, que saldrá al público el próximo 29 de octubre en España y Latinoamérica, según informó la editorial Mondadori.

Yo no vengo a decir un discurso reúne 22 textos escritos a lo largo de su vida para ser leídos en público. La editorial Mondadori informó ayer la compilación de estos textos del Premio Nobel de Literatura, que fueron escritos para ser leídos por él mismo ante una audiencia y que recorren desde el que escribió, a los 17 años, para despedir a sus compañeros que se graduaban en el Liceo de Zipaquirá, en 1944, hasta el que leyó en 2007 ante las Academias de la Lengua y los Reyes de España al cumplir 80 años.

La historia de una aversión
A pesar del objetivo de la compilación, el mismo escritor ha dicho en diversas oportunidades que no les gusta decir discursos: "Yo no vengo a decir un discurso" es, precisamente, la advertencia que hizo a sus compañeros del Liceo de Zipaquirá, en el centro de Colombia, desde las primeras líneas de ese texto.

Su aversión a hablar en público quedó manifiesta en 1970, cuando pronunció el discurso "Cómo comencé a escribir", cuando ya era reconocido por Cien años de Soledad: "Yo comencé a ser escritor en la misma forma que me subí a este estrado: a la fuerza", dijo entonces.

En su tercer intento, al recibir el premio Rómulo Gallegos, en 1972, por Cien años de Soledad, dijo haber aceptado hacer dos de las cosas que se había prometido "no hacer jamás: recibir un premio y decir un discurso".

En alguna ocasión también preguntó: "¿Qué hago yo encaramado en esta percha de honor, yo que siempre he considerado los discursos como el más terrorífico de los compromisos humanos?".

Sin embargo, tuvo que hacer a un lado el rechazo por estas ceremonias, al recoger el Nobel de Literatura y tener que pronunciar el discurso más importante al que puede enfrentarse un autor. El resultado fue "La soledad de América Latina", considerado una obra maestra.
Allí, vestido de guayabera, el colombiano habló de América Latina, "patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda".

Entonces hizo un memorable retrato de la región en aquellos años: "No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala".

Textos inéditos
Los textos que aparecerán en Yo no vengo a decir un discurso, muchos inéditos, por una parte sintetizan las obsesiones de García Márquez como escritor: "Cómo comencé a escribir", "Brindis por la poesía", "Periodismo: el mejor oficio del mundo", el polémico discurso sobre la jubilación de la ortografía en Zacatecas, "Botella al mar para el dios de las palabras" o el recuerdo emocionado de amigos como Julio Cortázar o Álvaro Mutis.

Por otra parte, recogen temas que le han preocupado como ciudadano, como los problemas de su tierra colombiana ("La tierra amada aunque distante"), el peligro de la proliferación nuclear ("El cataclismo de Damocles"), o de desastre ecológico ("Una alianza ecológica de América Latina") y el futuro de la juventud o la educación en América Latina, entre otros muchos.

La lectura de estos textos, dispersos u olvidados, ha llevado a García Márquez a comentar: "Leyendo estos discursos redescubro cómo he ido cambiando y evolucionando como escritor".
Fuente:
www.eluniversal.com.mx
Imagen: Foto de Gabriel García Márquez durante la ceremonia en la que recibió el Premio Nobel de Literatura 1982, cuando vistió un traje caribeño; tomada de www.eluniversal.com.mx