sábado, 4 de septiembre de 2010

Sobre Germán

Sergio Aguayo Quezada

Ciudad de México, México, septiembre 04.- Si Germán respetó tanto a los demás es porque se respetaba a sí mismo.

Esas virtudes tan elementales y profundas brillaron, una vez más, la noche en la cual recibió la Medalla al Ciudadano Distinguido que le otorgó el Gobierno de la Ciudad de México en el Teatro de la Ciudad. Al terminar el acto, presentó la obra Permiso para vivir; lo arroparon su troupe de toda la vida. Tengo la impresión que todo el público sabía de su enfermedad y era inevitable pensar en los riesgos asociados con subirse a un escenario en su condición.

¡Cuánta grandeza! ¡Cuánta generosidad! Ni cursilerías, ni macabras despedidas, ni palabras fuera de lugar. Fue un canto a la vida que empezó con un son de Veracruz y terminó con uno de Jalisco. En el medio, cascadas de poesía, canto, música y dignidad, borbotones de dignidad. Fue una despedida a la altura de su alma. ¡Cómo lo vamos a extrañar!



Fuente: www.reforma.com