Sergio Aguayo Quezada
Ciudad de México, México, septiembre 04.- Si Germán respetó tanto a los demás es porque se respetaba a sí mismo.
Esas virtudes tan elementales y profundas brillaron, una vez más, la noche en la cual recibió
¡Cuánta grandeza! ¡Cuánta generosidad! Ni cursilerías, ni macabras despedidas, ni palabras fuera de lugar. Fue un canto a la vida que empezó con un son de Veracruz y terminó con uno de Jalisco. En el medio, cascadas de poesía, canto, música y dignidad, borbotones de dignidad. Fue una despedida a la altura de su alma. ¡Cómo lo vamos a extrañar!
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