viernes, 1 de octubre de 2010

Padgett: 'El secuestro es un negocio de familia'

Radiografía.
CIUDAD DE MÉXICO, México, octubre 01.- "En México se secuestra, en términos relativos, más que en cualquier lugar del mundo", afirma Humberto Padgett, dos veces ganador del Premio Nacional de Periodismo, en su libro recién publicado Jauría, la verdadera historia del secuestro en México.

El libro, editado por Grijalbo, es el resultado de una investigación periodística documentada en diversos expedientes judiciales, declaraciones de secuestradores, de víctimas, de policías, y de personas que circunstancialmente estuvieron alrededor de un secuestro. Con estos archivos, el joven periodista construye perfiles de secuestradores, situaciones y procesos por los que se crean las bandas criminales, además de que hace una crítica implícita al sistema de impartición de justicia en México.En Jauría el autor hace un recorrido histórico sobre el secuestro en México, desde lo que él considera el primer plagio con características modernas cometido por la "Banda del automóvil gris", a principios del siglo XX, hasta el caso reciente de la desaparición del político mexicano Diego Fernández de Cevallos.

En entrevista con Kiosko, Padgett afirma que en el país ocurren numerosos secuestros: "Según organismos internacionales, en México se secuestra en términos relativos, es decir la tasa por mil habitantes de secuestros en México no es igualada por ningún otro país en el mundo, ni siquiera por países que tienen situaciones de terrorismo o de guerra, como Colombia o Pakistán".

Sin embargo, según el periodista, tratar de conocer la cantidad de secuestros al año es difícil porque existen varias versiones. "La autoridad mexicana reconoce alrededor de 850 secuestros anuales, pero eso no es cierto. Algunas firmas aseguradoras internacionales estiman entre tres mil 500 y cinco mil; estudios académicos a partir de encuestas hablan de más de seis mil anuales, mientras que el presidente francés Nicolas Sarkozy en el reclamo de repatriación de Florence Cassez le dijo al Felipe Calderón que entendía la complicada situación en la que estaba su gobierno luego de que ocurrían ocho mil secuestros anuales. Pero lo que sí puedo decir es que se trata de uno de los delitos posiblemente con mayor cifra negra en el país", indica.

Añade que la difícil situación criminal del país radica en que los policías han entendido que el gran negocio es hacer justamente lo contrario para lo que fueron empleados, en el caso del plagio "nueve de cada 10 plagios quedan impunes, por eso los secuestradores entienden que tal negocio es sumamente redituable, eventualmente tendrán que pasar por el trámite de negociar con la policía, pero esto es posible; que la policía atrape al secuestrador es altamente improbable".

Huellas para identificar a una banda
El autor afirma que después de tres secuestros es difícil que la policía no sepa de quién se trate ya que un secuestro deja una huella dactilar que se distingue a través de diversos elementos, como la fuerza utilizada en el "levantón" y el sitio donde ocurrió, el perfil de la víctima, la ubicación de la casa de seguridad, la voz y la actitud del negociador, así como las vejaciones o el maltrato a la víctima durante su cautiverio.

El escritor revela que "los expedientes judiciales dejan en claro que la fuerza pública tiene los medios suficientes para identificar a una banda después de tres secuestros. Sin embargo, en México tenemos cerca de 20 o 30 secuestros y no se sabe nada del autor, las policías tienen el control y por eso no se acaba".

A partir de este recorrido histórico, Padgett llega a considerar que existen tres ambientes óptimos para la creación de una banda de crimen organizado: la familia, la policía y la prisión.

"Yo encuentro que desde 1915 el secuestro es posible en sus características modernas, por la implicación de los policías, porque las prisiones son un elemento aglutinador de personajes distintos y de aprendizaje, y porque el secuestro es un negocio de familia, al ser un trabajo clandestino se requiere que la persona que está a tu lado no te traicione y quien difícilmente lo va hacer es tu hermano", explica el periodista.

Existen en Jauría diversos casos que ejemplifican estas formas de creación de bandas criminales. Es el caso de Daniel Arizmendi, quien incluyó a su hermano, a su esposa, a sus amantes y a su hija en el negocio del secuestro. O bien el caso de los policías que brindan protección a los delincuentes, como Alberto Pliego Fuentes "El Superpolicía".

Dividido en nueve capítulos, con títulos alegóricos, el libro reproduce las declaraciones de secuestradores como Daniel Arizmend "El Mochaorejas", Andrés Caletri, Marcos Tinoco Gancedo "El Coronel", entre otros.

El autor compara el modo de operar, bajo complicidad policiaca, de la banda de Higinio Granda hace casi un siglo, cuando secuestran a la hija de un empresario francés, con el caso reciente del joven Fernando Martí.

Así, con cierto toque irónico, Padgett aborda desde un secuestro "exprés", como el del recién fallecido escritor Carlos Montemayor (contado por él mismo), pasando por los llamados "macrosecuestros"´, como el de Alfredo Harp Helú en 1994 y los secuestros realizados por grupos guerrilleros en las décadas del 60 y 70, hasta los crímenes contemporáneos cometidos por la organización delictuosa conocida como Los Zetas.

La industria del plagio evoluciona
Con este recorrido histórico, Padgett demuestra que el secuestro en el país no es nada nuevo, sin embargo, afirma que la "industria del secuestro" se está transformando porque "es parte de la empresa del narcotráfico, el cual está tomando cada vez más participación, no sólo en las distintas actividades de las drogas sino en el contrabando, la piratería, la trata de mujeres con fines sexuales, tráfico humano, de armas, y esta también volteando a ver al secuestro".

Lo cual se entiende, según el periodista, por la debilidad de las instituciones y porque los grupos de la delincuencia organizada pueden beneficiarse de los mismos sistemas de cobertura y complicidad de las autoridades.

"Un narcotraficante que tiene permiso de la policía para pasar droga en alguna carretera hacia Tamaulipas es un narcotraficante que tiene sicarios que, a su vez, puede tener la protección de los mismos policías para que no intervengan en un plagio. Las acciones del crimen organizado ocurren ante la vista de alguien, y es alguien que finge que no lo ve", dice.

Respecto a los responsables, hasta ahora anónimos, del plagio de Diego Fernández de Cevallos, Padgett comenta que, "quien lo haya hecho es un grupo que tiene gran capacidad operativa que le puede poner condiciones al Estado mexicano para que se abstenga de cumplir su condición fundamental".

"Es un grupo que le dice al Estado deja de existir y el Estado dejó de existir; la PGR lo dijo públicamente, no voy a investigar. Quien lo haya secuestrado es alguien que mira de tú a tú al Estado mexicano y deja abierta la conclusión de que lo que se democratizó en este país fue la impunidad, y aprovecha para advertir que nadie está a salvo".

Este trabajo periodístico, concluido gracias al apoyo del programa Prensa y Democracia de la Universidad Iberoamericana, pretende explicar cómo se ha llegado a la situación actual, y cómo desde el sitio en que estamos parados no se ve una solución próxima, dice Padgett.

Fuente: www.eluniversal.com.mx
Imagen: Portada del libro de Humberto Padgett; tomada de www.radioformula.com.mx