jueves, 23 de septiembre de 2010

El método Woodward: El periodista más poderoso de Washington intimida y halaga a sus fuentes




De Nixon a Obama.
  WASHINGTON, Estados Unidos, septiembre 23.- Bob Woodward llegó a la Casa Blanca para entrevistar a Bill Clinton. Preparaba un libro sobre la política económica durante el primer año de la presidencia.

"He acumulado más de cien páginas de notas mecanografiadas, memorandos, recuerdos, gráficos y tablas. Y esto sólo sobre una reunión que usted mantuvo con su equipo económico antes de la inauguración de la presidencia", le dijo Woodward al presidente, en un intento de intimidarle con la información que ya poseía.

A continuación, añadió una nota de humildad, destinada a convencer a Clinton de que, a pesar de todo, podía ayudarle: "Pero muchas veces me he preguntado: ¿qué me falta? Mucho, sin duda, demasiado".Así comenzó el pope del periodismo washingtoniano -el hombre que junto a Carl Bernstein destapó el escándalo del Watergate- la ofensiva de seducción para convencer a Clinton de colaborar en un libro que acabaría retratando la Casa Blanca como "un caos, un caos absoluto", en palabras del propio Woodward.

La anécdota, que ilustra con detalle el método del periodista de investigación más célebre del mundo, la cuenta George Stephanopoulos en Demasiado humano, sus memorias de la Casa Blanca, donde fue uno de los colaboradores más cercanos de Clinton. Antes de entrevistarse con el presidente, Woodward se había trabajado a conciencia los rangos inferiores de la Casa Blanca y la Administración.

Cuando en el verano de 1993 recibió una llamada de Woodward, Stephanopoulos tuvo dos reacciones contradictorias: "¡Oh, no!" y "por fin soy alguien". Lo mismo debieron de pensar las decenas de asesores del presidente Barack Obama y miembros de la actual Administración cuando hace unos meses Woodward les llamó. Una llamada quizá seguida de una invitación a cenar a la mansión de los Woodward en el selecto barrio de Georgetown, una exhibición por parte del periodista de la información de la que ya disponía, y la conciencia, por parte del invitado, de que si no colabora con el retrato de su jefe -el presidente- el resultado será más negativo.

Más que un periodista, Woodward, de 67 años, es una institución. Los presidentes van y vienen, los congresistas y senadores también. Él, que según la leyenda derrotó a Nixon, sigue allí. "Esta es la ciudad de Woodward; el presidente sólo vive en ella", dijo una vez el periodista conservador Andrew Ferguson.

Sus métodos y su estilo no se han salvado de las críticas. Primero, por haber pasado de ser un reportero que investigaba las fechorías del poder a encarnar al poder, al establishment. Sus primeros libros sobre George W. Bush (suele publicar varios sobre cada presidente) lo retrataban como a un líder casi heroico. Cuando la cotización de Bush en el establishment bajó, Woodward publicó Negar la evidencia, en el que el presidente aparecía bajo una luz poco halagüeña.

A Woodward también se le ha reprochado su confianza excesiva en las fuentes anónimas y la tendencia a reproducir en sus libros escenas y diálogos a los que no ha asistido. A sus colegas de The Washington Post, su diario de toda la vida, no les hace ninguna gracia que se guarde las exclusivas para sus libros, en vez de revelarlas en el diario cuando caen en sus manos.

El estilo notarial, sin opinión y documentadísimo, recoge la herencia del periodismo clásico anglosajón, pero adolece, según algunos críticos, de un escaso contexto e interpretación, y se pierde en detalles a veces banales, a veces morbosos.

"La aversión del señor Woodward a abordar las ramificaciones de lo que la gente le cuenta se ha entendido en general como una cualidad admirable", escribió en 1996 la periodista Joan Didion en Pornografía política, un artículo sobre La elección, un libro de Woodward centrado en la campaña electoral de aquel año.

"Y, sin embargo, lo que vemos en La elección es algo más que un problema de inconsistencias inexploradas por las prisas de la noticia", añade. "Lo que parece más destacable de este libro de Woodward es lo que parecía destacable de otros libros de Woodward, cada uno de ellos presentado como una historia desde dentro, escrita por alguien de dentro, y cada una convertida en superventas: estos son libros en los que cualquier actividad cerebral medible se encuentra virtualmente ausente".


Imagen: Portada del libro Obama's Wars, de Robert Woodward; tomada de www.lavanguardia.es